jueves, 29 de abril de 2010

El antifútbol triunfa en el Camp Nou


Con su derrota por 1-0 ante el Barcelona en el Camp Nou, el Inter de Milán regresa a una final de la máxima competición europea de clubes 38 años después de la última. Entonces se llamaba Copa de Europa y ahora Champions League. La clasificación del equipo italiano se produjo en un partido feo aunque muy intenso en el que al final triunfó el antifútbol, en todos los sentidos.

Venció el antifútbol porque pasó a la final un equipo, el Inter, que no chutó a puerta en 90 minutos (un disparo desviado es toda su estadística ofensiva), un conjunto que plantó el autobús delante de su portería y se limitó a dejar pasar el tiempo sin ningún atisbo de sonrojo. José Mourinho dio una vuelta de tuerca al célebre 'catenaccio' y consiguió que jugadores como Samuel Eto'o se olvidaran de buscar el gol y se dedicaran a proteger a su guardameta, Julio César, como si les fuera la vida en ello. La imagen del delantero camerunés actuando como lateral izquierdo lo dice todo. El trabajo defensivo del Inter, todo hay que decirlo, fue muy bueno, y los visitantes anularon al equipo local. Sin embargo, parece una forma muy pobre de llegar a una final de Champions. ¿Éste es el fútbol que propone Mourinho? ¿Éste es su aval para el banquillo del Real Madrid? El entrenador portugués dio una lección de planteamiento táctico defensivo y una lección de cómo desquiciar al rival. Empezó dejando que las gradas vomitasen todo su odio contra él para reducir la pitada a su equipo y cada vez que pudo, calentó los ánimos de jugadores e hinchas rivales. Hasta Pep Guardiola sufrió a Mourinho en sus carnes. La imagen del luso hablando a Guardiola mientras éste daba instrucciones a Ibrahimovic no tiene precio. Pero todo esto no me parece suficiente para entrenar al Real Madrid. Al menos, Manuel Pellegrini busca el espectáculo siempre y no pone a Cristiano Ronaldo a defender pegado al área de Casillas. Mourinho es único e inimitable, pero no me parece el técnico idóneo para relevar al técnico chileno, que espero siga en el banquillo merengue otra temporada por lo menos.

Triunfó el antifútbol porque hasta el Barcelona, un equipo que gusta de jugar al fútbol, se enredó en su ansiedad, se atascó presa de los nervios y la impotencia que poco a poco fue apoderándose de todos. Su fútbol vistoso no apareció y los de Guardiola firmaron un encuentro mediocre. La afición azulgrana, la directiva y los jugadores caldearon tanto el partido que al final se quemaron en una pira funeraria. El anunciado chaparrón ofensivo del Barcelona se quedó, salvo en los minutos finales, en una tenue llovizna. Ibrahimovic ni olió el balón, Leo Messi y Xavi se vieron maniatados entre tantos rivales... De los de arriba, el más incisivo fue Pedrito, pero ayer no tocaba gol milagroso como en tantas otras ocasiones. Tuvo que ser Piqué, un defensa, quien, en fuera de juego, lograse el único tanto del partido. Es curioso que un equipo tan vistoso y moderno (eso dicen) como el Barça acabe creando peligro gracias a la arcaica táctica de subir centrales y ponerlos de delanteros. Es cierto que Bojan logró otro gol y que éste fue anulado por una mano de Touré que sólo vio Frank de Bleeckere, pero lo que dio por un lado el mal árbitro belga lo quitó por el otro.

Salió ganador el antifútbol porque Sergio Busquets logró la expulsión de Thiago Motta simulando una agresión que no existió. El jugador del Inter, que ya tenía una amarilla, cometió el gravísimo error de poner la mano para parar a su rival, y Busquets aprovechó para, al sentir el leve contacto, caer como si le hubiera fulminado un rayo. Las cámaras de televisión captaron la mentira del canterano, que incluso miró disimuladamente para saber si el engaño daba resultado. Lo dio porque De Bleeckere sacó la roja directa. Quizá una amarilla hubiera bastado, y eso también habría supuesto la expulsión de Thiago, pero la acción de Busquets, cada vez más frecuente en los terrenos de juego, fue lamentable. Es curioso, pero el centrocampista del Inter se quejó en la víspera de lo teatreros que eran los futbolistas azulgranas. Si pensaba eso, todavía fue más inepto por facilitar el teatrillo.

Por último, ganó el antifútbol porque el Barcelona demostró que no sabe perder, o al menos ayer no supo. Víctor Valdés agarró por el cuello a Mourinho para impedirle que celebrase el pase a la final con la afición italiana. ¿Acaso no está en su derecho? Guardiola lo hizo el año pasado en Londres y no pasó nada. Corrió la banda y celebró el éxito con sus jugadores como le pedía el cuerpo. El mismo Valdés lleva celebrando dos triunfos en el Bernabéu sin problemas. Peor fue lo de los aspersores para molestar a Mourinho y los suyos en su celebración. Un detalle feo, cutre, y que encima no provoca el sonrojo de Joan Laporta. El presidente del Barcelona, en vez de pedir perdón, se escudó en que los aspersores no habían aguado la fiesta a su rival. Está claro que dolió quedarse fuera de la final del Santiago Bernabéu, pero la grandeza hay que demostrarla en las duras y las maduras, cuando se gana y cuando se pierde.

Un saludo

PD: El otro finalista será el Bayern, que goleó al Lyon (0-3) en Francia y se impuso en la eliminatoria por un 4-0 que no deja lugar a dudas. Los alemanes buscarán su quinto entorchado en Madrid en una final en la que yo no veo un favorito claro.

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